miércoles, 23 de noviembre de 2011

Chávez con 64% en Maracaibo (+ otros)

La más reciente investigación de la firma Seijas, realizada en el municipio Maracaibo, entre el 11 y el 18 de octubre arroja que en cuanto al desenvolvimiento (gestión) del mandatario nacional Hugo Chávez como Presidente de Venezuela 64% de aceptación en esta ciudad. Los item arrojan: excelente 17.0%, bueno 23.6%, regular hacia bueno 24.4%, que suman en total el alto porcentaje.

Esta misma encuesta preguntó acerca del desempeño de la actual alcaldesa de Maracaibo Eveling Trejo y los resultados arrojaron que un 24% catalogó de buena su gestión, un 12.2% de regular hacia malo, mientras que un 34% dijo que era mala.

Otro de los items que opacan la gestión de la alcaldesa Eveling Trejo fue que no ayuda al pueblo con un 30.8%

En cuanto a las preguntas que se hicieron sobre personalidades que apoyan la Revolución en Maracaibo

En imagen de personalidades que apoyan la Revolución en Maracaibo, revela que Henry Ramírez: tiene 27.6% favorable. Esto indica que el Concejal tiene un alto porcentaje de aceptación en las comunidades del municipio.

Mientras que el ex alcalde de la ciudad Gian Carlo Di Martino: favorable 29.8%, pero tiene un alto rechazo de 68.0%, según las cifras plasmadas por Seijas.

Al consultar acerca de la persona que le gustaría como Alcalde del Municipio Maracaibo por el PSUV resulta favorecido Henry Ramírez con 7.6%, por encima de Gian Carlo Di Martino, quien tiene 6.8%, entre otros.

Otro de los items acerca de por quién votaría, para Alcalde del Municipio Maracaibo, Gian Carlo Di Martino obtiene un 11.0%, frente a Henry Ramírez que se alza con un 12.0% de la intención del voto para un candidato del PSUV.

Sobre Francisco Javier Arias Cárdenas la encuesta arrojó que el candidato a GObernador tiene un 42.2% de aceptación entre los marabinos.

Otros Temas

Acerca de que el programa “Gran Misión Vivienda Venezuela” está cumpliendo o no está cumpliendo con la entrega de viviendas, prometidas para la fecha: si está cumpliendo 61.0%, no está cumpliendo 30.4%, NS/NR 8.6%.

martes, 22 de noviembre de 2011

Carta de Mario Terán quién asesinó a Ernesto Guevara

Cuando me tocó la orden de eliminar al Che, por decisión del alto mando militar boliviano, el miedo se instaló en mi cuerpo como desarmándome por dentro. Comencé a temblar de punta a punta y sentí ganas de orinarme en los pantalones. A ratos, el miedo era tan grande que no atiné sino a pensar en mi familia, en Dios y en la Virgen.


Sin embargo, debo reconocer que, desde que lo capturamos en la quebrada del Churo y lo trasladamos a La Higuera, le tenía ojeriza y ganas de quitarle la vida. Así al menos tendría la enorme satisfacción de que por fin, en mi carrera de suboficial, dispararía contra un hombre importante después de haber gastado demasiada pólvora en gallinazos.

El día que entré en el aula donde estaba el Che, sentado sobre un banco, cabizbajo y la melena recortándole la cara, primero me eché unos tragos para recobrar el coraje y luego cumplir con el deber de enfriarle la sangre.
El Che, ni bien escuchó mis pasos acercándome a la puerta, se puso de pie, levantó la cabeza y lanzó una mirada que me hizo tambalear por un instante. Su aspecto era impactante, como la de todo hombre carismático y temible; tenía las ropas raídas y el semblante pálido por las privaciones de la vida en la guerrilla.

Una vez que lo tenía en el flanco, a escasos metros de mis ojos, suspiré profundo y escupí al suelo, mientras un frío sudor estalló en mi cuerpo. El Che, al verme nervioso, las manos aferradas al fusil M-2 y las piernas en posición de tiro, me habló serenamente y dijo: Dispara. No temas. Apenas vas a matar a un hombre.

Su voz, enronquecida por el tabaco y el asma, me golpeó en los oídos, al tiempo que sus palabras me provocaron una rara sensación de odio, duda y compasión. No entendía cómo un prisionero, además de esperar con tranquilidad la hora de su muerte, podía calmar los ánimos de su asesino.

Levanté el fusil a la altura del pecho y, acaso sin apuntar el cañón, disparé la primera ráfaga que le destrozó las piernas y lo dobló en dos, sin quejidos, antes de que la segunda ráfaga lo tumbara entre los bancos desvencijados, los labios entreabiertos, como a punto de decirme algo, y los ojos mirándome todavía desde el otro lado de la vida.

Cumplida la orden, y mientras la sangre cundía en la tierra apisonada, salí del aula dejando la puerta abierta a mi espalda. El estampido de los tiros se apoderó de mi mente y el alcohol corría por mis venas. Mi cuerpo temblaba bajo el uniforme verde olivo y mi camisa moteada se impregnó de miedo, sudor y pólvora.

Desde entonces han pasado muchos años, pero yo recuerdo el episodio como si fuera ayer. Lo veo al Che con la pinta impresionante, la barba salvaje, la melena ensortijada y los ojos grandes y claros como la inmensidad de su alma.

La ejecución del Che fue la zoncera más grave en mi vida y, como comprenderán, no me siento bien, ni a sol ni a sombra. Soy un vil asesino, un miserable sin perdón, un ser incapaz de gritar con orgullo: ¡Yo maté al Che! Nadie me lo creería, ni siquiera los amigos, quienes se burlarían de mi falsa valentía, replicándome que el Che no ha muerto, que está más vivo que nunca.

Lo peor es que cada 9 de octubre, apenas despierto de esta horrible pesadilla, mis hijos me recuerdan que el Che de América, a quien creía haberlo matado en la escuelita de La Higuera, es una llama encendida en el corazón de la gente, porque correspondía a esa categoría de hombres cuya muerte les da más vida de la que tenían en vida.

De haber sabido esto, a la luz de la historia y la experiencia, me hubiese negado a disparar contra el Che, así hubiera tenido que pagar el precio de la traición a la patria con mi vida. Pero ya es tarde, demasiado tarde...

A veces, de sólo escuchar su nombre, siento que el cielo se me viene encima y el mundo se hunde a mis pies precipitándose en un abismo. Otras veces, como me sucede ahora, no puedo seguir escribiendo; los dedos se me crispan, el corazón me golpea por dentro y los recuerdos me remuerden la conciencia, como gritándome desde el fondo de mí mismo: ¡Asesino!

Por eso les pido a ustedes terminar este relato, pues cualquiera que sea el final, sabrán que la muerte moral es más dolorosa que la muerte física y que el hombre que de veras murió en La Higuera no fue el Che, sino yo, un simple sargento del ejército boliviano, cuyo único mérito -si acaso puede llamarse mérito- es haber disparado contra la inmortalidad.

Esto es una declaración escrita o carta de Mario Terán Suboficial quien mato al Che! ERNESTO GUEVARA.

jueves, 17 de noviembre de 2011

VIDEO> El PSUV no tiene candidato a la Alcaldía de Maracaibo

Hace días el dirigente Giancarlo Di Martino a través de un programa radial anunciaba su candidatura a la Alcaldía de Maracaibo por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) el cual tuvo impacto en diferentes medios regionales del estado.

Ante las declaraciones de Di Martino salió al paso el Miembro del Buró Regional del PSUV Zulia Lisandro Cabello a desmentir tales declaraciones de Di Martino y afirmar que el PSUV no tiene candidato alguno en las 21 alcaldías del estado Zulia ya que la única prioridad es ganar las presidenciales del 7 de Octubre con el Presidente Chávez.

viernes, 4 de noviembre de 2011

VIDEO Pablo Pérez borracho agrede personas en tarima de Corpozulia

“Hay gaiteros partidos en la cabeza por los rolos, por las pistolas. Hubo niños desaparecidos. Había como 100 policías agrediéndonos”. Presidente de Corpozulia calificó ataque de cobarde y ruin
Con voz y gestos violentos, el gobernador del estado Zulia y candidato a las primarias de la oposición, Pablo Pérez, agredió a un grupo de niños que participaban de un acto cultural durante el encendido de las luces en la céntrica avenida Bella Vista de Maracaibo.
El presidente de Corpozulia, G/B Arévalo Méndez, calificó el ataque de cobarde y ruin y indicó que denunciarán estos hechos a la Fiscalía.
Jenirée Salas, empleada de la Alcaldía de San Francisco (al sur de la capital zuliana), denunció a Venezolana de Televisión: “Estábamos reunidos en la tarima de Corpozulia y Pablo Pérez, pasa por la avenida, se para y nos agredió”.
“Nunca habíamos visto tantos policías juntos. No respetaron que estábamos con nuestros niños y nos lanzó la policía. Hizo una seña de cómo si estuviéramos muertos”.
“Hay gaiteros partidos en la cabeza por los rolos, por las pistolas. Hay heridos. Hubo niños desaparecidos. Había como 100 policías agrediéndonos”.