Sin embargo, debo reconocer que, desde que lo capturamos en la quebrada del Churo y lo trasladamos a La Higuera, le tenía ojeriza y ganas de quitarle la vida. Así al menos tendría la enorme satisfacción de que por fin, en mi carrera de suboficial, dispararía contra un hombre importante después de haber gastado demasiada pólvora en gallinazos.
El día que entré en el aula donde estaba el Che, sentado sobre un banco, cabizbajo y la melena recortándole la cara, primero me eché unos tragos para recobrar el coraje y luego cumplir con el deber de enfriarle la sangre.
El Che, ni bien escuchó mis pasos acercándome a la puerta, se puso de pie, levantó la cabeza y lanzó una mirada que me hizo tambalear por un instante. Su aspecto era impactante, como la de todo hombre carismático y temible; tenía las ropas raídas y el semblante pálido por las privaciones de la vida en la guerrilla.
Una vez que lo tenía en el flanco, a escasos metros de mis ojos, suspiré profundo y escupí al suelo, mientras un frío sudor estalló en mi cuerpo. El Che, al verme nervioso, las manos aferradas al fusil M-2 y las piernas en posición de tiro, me habló serenamente y dijo: Dispara. No temas. Apenas vas a matar a un hombre.
Su voz, enronquecida por el tabaco y el asma, me golpeó en los oídos, al tiempo que sus palabras me provocaron una rara sensación de odio, duda y compasión. No entendía cómo un prisionero, además de esperar con tranquilidad la hora de su muerte, podía calmar los ánimos de su asesino.
Levanté el fusil a la altura del pecho y, acaso sin apuntar el cañón, disparé la primera ráfaga que le destrozó las piernas y lo dobló en dos, sin quejidos, antes de que la segunda ráfaga lo tumbara entre los bancos desvencijados, los labios entreabiertos, como a punto de decirme algo, y los ojos mirándome todavía desde el otro lado de la vida.
Cumplida la orden, y mientras la sangre cundía en la tierra apisonada, salí del aula dejando la puerta abierta a mi espalda. El estampido de los tiros se apoderó de mi mente y el alcohol corría por mis venas. Mi cuerpo temblaba bajo el uniforme verde olivo y mi camisa moteada se impregnó de miedo, sudor y pólvora.
Desde entonces han pasado muchos años, pero yo recuerdo el episodio como si fuera ayer. Lo veo al Che con la pinta impresionante, la barba salvaje, la melena ensortijada y los ojos grandes y claros como la inmensidad de su alma.
La ejecución del Che fue la zoncera más grave en mi vida y, como comprenderán, no me siento bien, ni a sol ni a sombra. Soy un vil asesino, un miserable sin perdón, un ser incapaz de gritar con orgullo: ¡Yo maté al Che! Nadie me lo creería, ni siquiera los amigos, quienes se burlarían de mi falsa valentía, replicándome que el Che no ha muerto, que está más vivo que nunca.
Lo peor es que cada 9 de octubre, apenas despierto de esta horrible pesadilla, mis hijos me recuerdan que el Che de América, a quien creía haberlo matado en la escuelita de La Higuera, es una llama encendida en el corazón de la gente, porque correspondía a esa categoría de hombres cuya muerte les da más vida de la que tenían en vida.
De haber sabido esto, a la luz de la historia y la experiencia, me hubiese negado a disparar contra el Che, así hubiera tenido que pagar el precio de la traición a la patria con mi vida. Pero ya es tarde, demasiado tarde...
A veces, de sólo escuchar su nombre, siento que el cielo se me viene encima y el mundo se hunde a mis pies precipitándose en un abismo. Otras veces, como me sucede ahora, no puedo seguir escribiendo; los dedos se me crispan, el corazón me golpea por dentro y los recuerdos me remuerden la conciencia, como gritándome desde el fondo de mí mismo: ¡Asesino!
Por eso les pido a ustedes terminar este relato, pues cualquiera que sea el final, sabrán que la muerte moral es más dolorosa que la muerte física y que el hombre que de veras murió en La Higuera no fue el Che, sino yo, un simple sargento del ejército boliviano, cuyo único mérito -si acaso puede llamarse mérito- es haber disparado contra la inmortalidad.
Esto es una declaración escrita o carta de Mario Terán Suboficial quien mato al Che! ERNESTO GUEVARA.
puede ser posible que haya personas tan taridoras como está. en la vida se puede tolerar muchas cosas pero núnca la traición.
ResponderEliminarcomo tu mismo lo dijiste Mario, quien murió en La Higuera no fue El Che sino tu mismo!!!
ResponderEliminarlos que mueren por la vida no pueden llamarse muertos...
ResponderEliminarMario , no sufras mas.
ResponderEliminarTodos tenemos un designio en la vida, a ti te toco eso!!
duro,feo,tedioso,incomodo, pero sabes,
eres noble,
al menos la vida te ha dado la oportunidad de expresar tu arrepentimiento con humildad, y eso tambien te hace grande.
Animo!!
presiento que esa magnanima alma que en vida acompaño al che, junto a sus nobles ideales, te diria lo mismo que este humilde ciudadano.
Mario:
ResponderEliminarQue momento mas especial es en la vida cuando la consciencia nos ilumina y nos llena esos vacios que nos da esta vida tan sin sentido... .
Usted es una persona noble y honrrada. Usted lo que hizo, no lo hizo consciente: fue ordenado. Fue manipulado y usado por la vileza y la bajeza de los que mandan en el ejercito y en la sociedad en que vivimos.
Ernesto sabia eso, y es por eso que no le tenia miedo a la muerte; porque su ideal no dependia de el solamente... . Sus iedales dependen de la consciencia de los pueblos y de la gente como usted que en algun momento se percatan de lo importante y de lo bueno de la vida.
Los revolucionarios como las revoluciones, nuncan piensan en quien acciono el gatillo, sino pensamos en como hacer que no se accionen contra los hermanos de nuestra misma clase, y usted nos ha dado la oportunidad de ofrecerle a esas gentes del pueblo parar la barbarie y luchar por un mundo mejor, que muy lejos de haber concluido en la escuela de La Higuera comenzo con mas fuerza hasta la victoria final, en donde todos tengamos paz y libertad con el pan nuestro de cada dia... .
Mario, el Che te dio una lección de valor y la aprendiste bien, tanto que has tenido el valor de reconocer y para eso se necesita valentía y tu la tienes.
ResponderEliminarLos pueblos debemos asumir la misión de luchar por una latinoamérica unida, equitativa y en PAZ.
alguien se come el cuento de la veracidad de esta carta?
ResponderEliminaralguien cree que un humilde sargento va a utilizar palabras tan rebuscadas?
alguien cree que este humilde sargento va a tener la capacidad de sintaxis propias de un avezado periodista o escritos?
Comunistas, no sean más idiotas de lo que ya sabemos que son. No caigan en este engaño. El Sr. Terán ni remotamente escribió esta carta.
De no ser veraz la carta alguien de mucho aplomo y genialidad le brindo la oportunidad de ponerlo humano al robot del sistema. Jesús Sarmiento yo no soy comunista ni deseo serlo por razones que no vienen al caso, pero si algo hay que rescatar es que el único común denominador que seguirá matando gente coherente con sus ideas en America es gente que ignora mucho... Estoy de acuerdo que eres un hombre formado lealmente en Democracia y que arguirás el principio del Estado de derecho. ¿.Pero que defiendes? ¿La Timocracia? ¿Sabias que el señor Teran se estaba quedando ciego? Y Sabes donde se curó? En Cuba. ¡Que ironía!
Eliminar“Hemos fusilado; fusilamos y seguiremos fusilando.” a cuantas personas no mato esa basura socialista en la cabaña???? solo xq el creia q el socialismo era la solución!!!! el sr. teran en un HÉROE fusiló a uno q hacia q este mundo tuviera mas apestado, lo q es igual no es trampa!!!!!!! y por supuesto q esta carta no la escribió el EL HÉROE TERAN!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarpallaso quisiera conocerte en persona le llamas héroe a una persona que asesina a otra desarmada ,definición pallazo eso es un asesino y los q apestan son los guatacones del capitalismo vende patria como tu escoria yo vio en estdos unidos y seguire siendo cubano hasta la muerte donde este y si lo escribió ese señor o no solo el sabra lo que hizo dudo mucho q el asesino del che se haya operado en cuba necio y el che Guevara vive hoy mas que nunca al igual que tamara bunke y los demás héroes de la historia y tu nombre donde aparece pendejo ah si solo ba a aparecer en tu lapida el dia q mueras eso es si es q tienes familia q te quiera y te respete y te valoren ese dia asi q el q apesta aquí con sus comentarios lambe bota de los yanquis eres tu gusano escoria lumpen tu amigo tony montana.
EliminarComo te duele, creó que el único estiércol eres tú
EliminarDe los comentarios Anteriores rescato una refleccion sabia... Esta carta no la escribió Mario Teran ni en pedo, los milicos de la década del 60 a duras penas sabían leer, no es como en la actualidad que la carrera militar es equivalente a una universitaria.
ResponderEliminarMario no es un asesino despiadado sino un soldado cumpliendo una orden, si no la cumplía probablemente lo hubieran matado a el; Ademas a el le debemos que la verdad sobre el Che se aclarara, muchos ignoran que los detalles sobre la muerte del guerrillero fueron un secreto durante décadas. Por ejemplo la ubicación del cadáver, sus ultimas palabras antes de morir y el echo de que fue fusilado y no muerto en combate como decía la versión oficial de la CIA... todo eso es gracias al testimonio de este señor.
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ResponderEliminarSolo los imbesiles y maniáticos anti socialistas, no ven en el Che una figura trascendental, lo consideran asesino, y yo digo a quien mato el Che, creo que nadie que no haya sido su adversario en un combate, fue presidente del tribunal que juzgo a los asesinos de Batista que cometieron hechos de sangre antes de la Revolución, y muchos fueros fusilados no porque los asesino el Che sino que fue decidido por ese tribunal, esos fusilados fueron torturadores, que sacaron ojos , uñas, castraron hombres dentro de las celdas y fueron actos demostrados con testigos de los hechos, muchos de ellos lograron escapar y hoy viven en los EEUU, que lo protegen, sin embargo fueron reclamados por el estado cubano y no fueron devuelto, alguien que sea cubano y conozca la historia de Cuba, sabe que fue asi y el que habla tantas estupideces contra el Che lo que busca es beneficio de esa falsa publicacion.
ResponderEliminarestoy contigo mi hermano lo que as dicho es muy real recordemosle a los tigres de manferrer q quisas muchas personas no conocen asesinaban y mataban a sangre fría y mira lo que le hisieron aabel santamaria
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ResponderEliminarChe Guevara
La mano del verdugo tiembla inerte
aún sobre La Higuera que fue lecho.
Los plomos rebotaron en tu pecho
y alzose tu figura regia y fuerte.
No pudieron las balas detenerte!
No fue el Yuro tu fúnebre quebrada
Tu sangre solo fue la llamarada
que hizo luz las fronteras de la muerte..
No pudieron quebrarte. Nadie para
el fuego que alimenta los titanes.
Aún tiemblan con tu nombre los truhanes,
los míseros lebreles del crepúsculo,
aún yacen de rodillas, en el músculo
inmortal de tu estatura, CHE GUEVARA.